Desnuda la noche by Sherrilyn Kenyon

Desnuda la noche by Sherrilyn Kenyon

autor:Sherrilyn Kenyon [Kenyon, Sherrilyn]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


9

Wren se despertó lentamente y descubrió que tenía un fortísimo dolor de cabeza que parecía extenderse al resto de su cuerpo. Incluso le pitaban los oídos. Parpadeó despacio hasta abrir los ojos e intentó enfocar la vista.

Lo primero que vio fue un sofá verde oscuro.

¿Dónde coño estoy?, pensó.

De repente, lo recordó todo. Los tigres que lo perseguían. La gente que intentó dispararle un dardo tranquilizante. La alocada huida a través de los callejones de Nueva Orleans. El coche que lo atropelló cuando cruzaba la calle huyendo de un depredador de otra naturaleza…

El choque lo había lanzado contra el escaparate de una tienda de Decatour Street, y el caos que se organizó con los turistas que huían de un leopardo y de los hombres armados le permitió escapar de sus perseguidores.

Sin más alternativas, había ido a casa de Maggie…

Movió la cola.

—¡Dios!

Levantó la cabeza al escuchar la exclamación de Maggie y la vio en la cocina, con los ojos desorbitados y clavados en él. Estaba aterrada. El olor de su miedo despertaba al depredador que llevaba dentro.

Un depredador al que ella había domesticado… Por primera vez sentía que la bestia que llevaba dentro estaba en paz. No tenía deseos de atacar. No tenía deseos de hacer daño.

De hecho, solo quería sentir su cálida mano sobre la piel…

—Vale, gatito bonito —dijo con esa voz cantarina que los humanos utilizaban con los niños y las mascotas—. No te comas a una chica que ha sido buena contigo, ¿vale? No voy a hacerte daño, precioso. Solo voy a acercarme un poco, así que no me hagas daño. Por favor, no me hagas daño. —Se acercó un poco sin perderlo de vista y volvió a hablar aún más bajo—: ¿Estás ahí de verdad, Wren? ¿Sabes que soy yo?

Inspiró hondo en un intento por armarse de valor para lo que estaba a punto de hacer y volvió a adoptar su forma humana. El dolor se incrementó enormemente, pero lo acalló antes de que lo devolviera a la inconsciencia en su forma animal. Se concentró en ella.

—Sé que eres tú, Maggie.

Marguerite tragó saliva aliviada cuando por fin confirmó lo que había temido y esperado a partes iguales. Wren era el felino.

Asustada y nerviosa, atravesó la escasa distancia que lo separaba del lugar donde él yacía bocabajo en el suelo, cubierto de cintura hacia abajo con una de sus mantas. Tenía arañazos y mordeduras por toda la espalda, como si otra clase de felino lo hubiera atacado. Los mechones rubios le ocultaban los ojos cuando se incorporó un poco, en un movimiento que le recordó a los gatos cuando se desperezaban.

Se arrodilló a su lado y le colocó una mano en la espalda para consolarlo. Wren soltó un gemido cuando comenzó a moverse despacio hasta quedar tumbado de espaldas para mirarla a los ojos.

En el pecho también tenía cortes y abrasiones. En la parte izquierda del torso había sufrido una terrible herida que se extendía desde la cintura hasta el corazón. El simple hecho de respirar debía de ser muy doloroso, pero aun así soportaba su agonía con un estoicismo admirable.



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